Aunque la digitalización ha multiplicado los canales de comunicación, el teléfono sigue siendo el medio más directo y humano para interactuar con clientes y socios. Una voz amable y profesional al otro lado de la línea puede resolver dudas, desactivar problemas y generar confianza de forma inmediata.
Sin embargo, mantener un equipo interno dedicado a la atención telefónica supone costes elevados: infraestructura, personal en plantilla y horarios extendidos. Por esta razón, cada vez más empresas delegan esta función en asistentes virtuales (AV), profesionales preparados para atender llamadas desde cualquier lugar con ayuda de herramientas tecnológicas.
Este artículo explora cómo organizar un sistema de Gestión Telefónica para empresas con AV que combine eficiencia, seguridad y una experiencia de cliente positiva.
Un sistema telefónico remoto solo funciona si existe un marco claro que oriente al asistente en cada llamada.
Los guiones son el esqueleto de la atención. Incluyen saludo inicial, verificación de identidad (cuando aplica), desarrollo de la conversación y despedida. No se trata de leer un texto rígido, sino de ofrecer seguridad al AV para mantener coherencia y evitar lagunas.
El tono debe reflejar la identidad de la empresa: cercano y empático en un comercio minorista, más sobrio en un despacho legal. Incluir ejemplos de frases adecuadas y frases a evitar ayuda a mantener la consistencia.
No todas las llamadas pueden resolverse en primera instancia. Por ello, es útil definir un árbol de decisiones que guíe al AV:
Consultas generales → respuesta directa.
Soporte técnico → transferencia al área correspondiente.
Temas de facturación → derivación a finanzas.
Situaciones críticas (riesgo legal, quejas graves) → escalado inmediato a un responsable.
Este esquema evita improvisaciones y asegura que el cliente recibe una respuesta rápida, incluso si el AV no resuelve directamente el problema.
Definir Acuerdos de Nivel de Servicio (SLAs) es esencial: tiempo medio de respuesta, porcentaje máximo de llamadas abandonadas y plazos para devolver llamadas pendientes. Además, los horarios de atención deben alinearse con el público objetivo. Una empresa con clientes en distintos países quizá necesite asistencia en franjas horarias extendidas, lo que puede resolverse con varios AV trabajando en turnos.
Sin tecnología, la Gestión Telefónica para empresas remota no sería viable.
Plataformas como Aircall, RingCentral o 3CX permiten atender llamadas desde cualquier dispositivo conectado a internet. Entre sus funciones destacan:
Números geográficos y no geográficos.
IVR (menús de opciones para redirigir al cliente).
Transferencias entre usuarios.
Grabación de llamadas.
Estas soluciones ofrecen escalabilidad: una pyme puede empezar con una línea básica y, conforme crece, añadir extensiones, buzones y colas de espera.
Conectar la telefonía al CRM (HubSpot, Zoho, Salesforce) o al software de soporte (Zendesk, Freshdesk) permite que cada llamada quede registrada en el historial del cliente. Así, el AV accede a la información previa y puede personalizar la atención.
La integración evita duplicar datos y facilita informes: motivos más frecuentes de contacto, duración de llamadas o ratio de resolución en la primera llamada.
Las llamadas pueden contener información sensible. Por eso, es recomendable activar cifrado en la comunicación, usar permisos diferenciados por rol y cumplir con las normativas de protección de datos (por ejemplo, RGPD en Europa). Si el cliente debe compartir información crítica, lo mejor es derivarlo a canales más seguros, como formularios protegidos.
Una pequeña empresa de turismo recibe muchas llamadas en temporada alta y pocas en temporada baja. Contratar un AV para esos meses permite mantener el servicio sin asumir el coste de un equipo interno todo el año.
Una tienda online puede recibir decenas de consultas sobre envíos, cambios y devoluciones. Con guías claras y acceso al sistema de pedidos, un AV resuelve la mayoría en primera llamada, reduciendo la carga del equipo interno.
Un despacho de consultoría puede usar un AV como filtro de llamadas: el asistente identifica al cliente, registra el motivo y agenda una cita con el consultor adecuado. Así, el tiempo de los expertos se concentra en las reuniones de valor.
Entrenamiento continuo: grabar llamadas (con consentimiento) y revisarlas permite dar feedback al AV y mejorar sus habilidades de escucha activa, empatía y resolución.
Checklists de calidad: abrir la llamada con saludo cordial, verificar identidad, ofrecer solución y cerrar con confirmación del próximo paso.
Informes periódicos: analizar métricas como tiempo medio de respuesta (ASA), resolución en primera llamada (FCR) o satisfacción del cliente (CSAT) para detectar tendencias.
Plan de contingencia: tener un protocolo en caso de fallos técnicos de la centralita o ausencia del AV, evitando interrupciones en el servicio.
El teléfono sigue siendo un canal estratégico en la atención al cliente. Integrar un asistente virtual en este proceso es posible y rentable siempre que se combinen protocolos claros, herramientas fiables y un sistema de medición.
Un AV bien entrenado, respaldado por una centralita virtual y conectado a un CRM, puede ofrecer un servicio telefónico de alta calidad, manteniendo la profesionalidad de la marca y optimizando recursos.
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Sí, siempre que reciba un guion claro y formación inicial. La clave está en adaptar el protocolo al tipo de negocio.
El árbol de escalado permite derivar la llamada a un responsable o registrar la consulta para devolver la llamada con la respuesta correcta.
Sí, siempre que se informe al cliente y se cumpla con la normativa local de protección de datos. Las grabaciones son útiles para control de calidad y formación.
Tiempo medio de respuesta, tasa de abandono, resolución en primera llamada y satisfacción del cliente.
No. La mayoría de proveedores ofrecen configuraciones en la nube que solo requieren conexión a internet y auriculares profesionales.
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