De entre los de muchos profesionales que a lo largo de toda la península ya confían en las habilidades del equipo de SVAE para recibir las llamadas de sus clientes y gestionar cuantos avisos telefónicos atiendan las 24 horas del día los siete días de la semana llueva, nieve, caliente el sol, o se vean por las calles pingüinos con forro polar, quizás los más interesantes que recojo son los que tengo que atender para los distintos bufetes jurídicos y despachos de abogados que han decidido contar con nuestros servicios.
Siempre me atrajo el mundo del Derecho pero, tras matricularme en la facultad soñando con vestir la negra toga que va con todo y además estiliza, no tardé en darme cuenta de que, lejos de cantar animadas cancioncillas como en Ally Mc Beal, había que estudiar una barbaridad, memorizar manuales y códigos y manejar un lenguaje donde el desagradable gerundio prevalece sobre otras formas verbales.
No obstante, las circunstancias me han enseñado la necesidad de respetar la legislación vigente, tanto en algo tan importante y cotidiano como las normas de circulación y tráfico, como en infinidad de campos en los que el derecho rige la convivencia social y protege los derechos de los ciudadanos.
Dura lex sed lex, dice el latinajo; o sea, la ley es dura, pero es la ley. Y todos estamos sujetos a ella, aunque algunos traten de vivir al margen de normas.
En mi puesto de tele tramitador de llamadas en SVAE he podido atender y ayudar a quienes han llamado a nuestros clientes buscando asesoramiento jurídico, bien a la hora de enfrentarse a las consecuencias de imperdonables negligencias médicas, bien a los requerimientos de la autoridad en la comisaria de un aeropuerto, la consecución de un visado o un permiso de residencia para estudiar o trabajar en esta España nuestra, o algo tan habitual como la presentación de un recurso a una sanción administrativa o de una demanda de separación.
Muchos días he colgado una llamada con un reconfortante sentimiento de satisfacción al saber que, al poner en contacto al angustiado cliente con el letrado que representará sus intereses, estoy contribuyendo a facilitar la vida de las personas que marcan el número de teléfono de quien podrá sacarles de un apuro, del tipo que sea. Y eso es lo que quizás más me motiva a la hora de sentarme en mi puesto de trabajo y colocarme los auriculares. Y también lo que principalmente me diferencia de una máquina. Es SVAE somos seres humanos, hombres como yo o mujeres como mi querida Magdalena, dispuestos a atender con interés, empatía, dedicación y profesionalidad, cuantos avisos se generen.
Porque, a mi entender, somos mucho más que asistentes virtuales. Soy el capitán apaños. No visto un llamativo traje ajustado con capa, ni llevo puñetas en las mangas, pero sé que de alguna manera la humanidad me necesita al otro lado del teléfono.












