¡Muy felices fiestas a quienes me estén leyendo en este momento al otro lado de la pantalla!
Un año más las calles se han vestido de luces, los hogares se han engalanado con figuritas y espumillón y casi en cada salón de cada hogar ha crecido un abeto.
De nuevo, como siempre en Navidad, aquellos que están lejos ultiman los preparativos para reunirse con los suyos y compartir mesa, ilusión y brindis.
En SVAE también somos conscientes de que ya están aquí esas maravillosas fechas en las que celebramos el nacimiento de quien abanderó la misión de ayudar a quien necesitaba de una mano amiga que atendiera sus necesidades.
Al descolgar el teléfono con cada llamada durante las fiestas, un singular y poderoso espíritu se apodera de cuantos gestores atienden los avisos y, aunque parezca imposible, aumenta aún más el deseo de auxiliar a quienes han marcado ese número donde esperan encontrar la solución a sus problemas.
Podría decirse que durante estas fechas la luz de una poderosa estrella ilumina no solo el camino de quienes llegan hasta nosotros, sino el sendero por el que transcurre la esperanza de que, al colgar, si no se ha solucionado aún su inquietud, al menos se haya mitigado la angustia.
Ayudamos, por ejemplo, a activar el roaming internacional en los números de aquellos que han ido a visitar a los estudiantes que cursan sus carreras en universidades lejanas y que, de pronto, reciben la llamada de una madre o de un padre invitándolos a bajar a la puerta de la residencia donde los espera una entrañable sorpresa y el más grande y cariñoso de los abrazos.
Nos aseguramos de que funcionen a pleno rendimiento las calefacciones en todas las comunidades de vecinos que confían en nuestras gestiones, y de que no haya el menor problema con el suministro de gas o de gasóleo, recordando aquel pesebre en Belén donde, al calor de un buey y de una mula, un niño sonrió al ver llegar a tres reyes de oriente.
Doy fe de que todos cuantos conformamos el equipo de SVAE queremos aportar a la sociedad un poquito de esa magia que hace de la Navidad la época en la que los milagros se convierten en algo cotidiano.
Es por ello que puedo garantizar que, un año más, conseguiremos enviar a tiempo al antenista a devolver la señal a la televisión de esa familia que no quiere perderse las campanadas de Año Nuevo o a la casa de esas hermanas que se lo bailarán todo con el especial de Nochevieja de su cadena favorita. Y por supuesto garantizaremos que el técnico de guardia haya reparado el video portero para abrir sin problemas a los nietos de la abuelita del cuarto, que lleva toda la mañana entre fogones, añadiendo al guiso el ingrediente que más enriquece sus platos y que su familia agradece y saborea: una generosa dosis de cariño.
Las sinceras palabras de agradecimiento de quienes reconocen en nuestra labor el esfuerzo por atender y solucionar las contrariedades de quienes nos llaman suponen un sobresueldo emocional que, aunque no cotiza, desgrava ni tributa, es una auténtica fuente de riqueza personal para cuantos las escuchamos.
Como gestora de este equipo y como amiga vuestra que soy, solo me queda terminar como empecé y desearos de nuevo las más felices fiestas y el más esperanzador año nuevo, de todo corazón. Sé que mi querido Iván Tintero (vuestro amigo el Capitán apaños) se suma a estos grandes deseos y también os envía abrazos y besos a voluntad.
Y parafraseando al bueno de San Nicolas, que nos visita estos días camuflado en alguno de sus múltiples personajes… How How How!!! Feliz Navidad!!!
Vuestra, siempre,
Magdalena Talleres (Solucionadora enmascarada)












